viernes, 16 de junio de 2017

Un yacimiento calcolítico en Alhaurín de la Torre.



ACTAS DEL XXIII CONGRESO NACIONAL DE ARQUEOLOGÍA.




UN NUEVO ASENTAMIENTO AL AIRE LIBRE EN EL «CERRO DE LA CUEVA DE LA PISTOLA», ALHAURÍN DE LA TORRE (MÁLAGA).



José Antonio Santamaría García, 
Luis-Efrén Fernández Rodríguez, 
Francisco José Rodríguez Vinceiro.



La comunicación que ahora presentamos pretende dar a conocer un nuevo asentamiento al aire libre que viene a ampliar el censo de asentamientos correspondientes a las postrimerías del Calcolítico que circundan la Bahía de Málaga. Su descubrimiento fue casual y coincidió con el desarrollo de la segunda fase de prospecciones superficiales encaminadas al estudio de la arqueometalurgía prehistórica en el Bético de Málaga, proyecto hoy reprogramado en función de los resultados obtenidos. Su aparición centró nuestro interés por varios motivos, aunque fundamentalmente nos interesó su emplazamiento en función de su capacidad por proximidad de control de recursos y por su cronología y ambiente cultural, enmarcado durante las primeras fases de desarrollo del horizonte campaniforme en este sector geográfico (Rodríguez y otros,1992).



Nunca abundaremos lo bastante en la gran fragmentación del mosaico geográfico provincial. En efecto, la complejidad de la estructura geológica de esta zona de Málaga ha generado una tortuosa orografía y un paisaje que transmite al espectador una notable impresión de compartimentación. Los limites meridionales de las sierras del Subbético, la presencia de los mantos maláguides del Bético que descienden directamente sobre la línea de costa y la cuenca baja de la red hidrográfica que ordena el rio Guadalhorce, junto a un litoral con escaso desarrollo de las planicies costeras, configuran un espacio natural contrastado pero bien articulado desde la perspectiva del poblamiento humano, en razón de las comunicaciones que posibilitan los cauces abiertos por los principales colectores, el Guadalhorce y su principal tributario el rio Campanillas.



El yacimiento denominado 'de la Cueva de la Pistola' se encuentra situado en el término municipal de Alhaurín de la Torre, dominando la zona más alejada de la margen derecha del rio Guadalhorce, a caballo entre sus terrazas más antiguas y el piedemonte de la sierra de Cártama. Litológicamente es el dominio de los mármoles que configuran la sierra, recubiertos por mantos aluviales y coluviales de irregular distribución, así como por ocasionales coladas de calizas travertínicas, en las que de forma ocasional se abren pequeñas cavidades de disolución que albergan materiales arqueológicos arrastrados hasta ellas por gravedad al amparo de las múltiples fisuras de las calizas cuaternarias. El origen de estos travertinos hay que buscarlo en el efecto de descarga de los acuíferos de la sierra, evidentemente en momentos climáticos distintos y con un régimen hidrológico mayor. Su cota, tanto absoluta como relativa es escasa, aunque su condición de balcón sobre los terrenos de aluvión le confiere una amplia visibilidad sobre la cuenca baja del río y, en consecuencia, sobre gran parte de la hoya de Málaga. Por otra parte, su posición es privilegiada para el control frontal de la vía del rio Campanillas, cuyo enlace con el Guadalhorce se produce en la vertical del asentamiento.








El estado de conservación del yacimiento resulta deplorable desde el punto de vista de la investigación, atravesado por una carretera comarcal (MA-307), con laderas muy lavadas por la escorrentía que ha permitido aflorar la roca madre en buena parte de su superficie, Por este motivo, el material recuperado durante la prospección superficial evidencia una fuerte exposición a los agentes erosivos, con elevados índices de rodamiento y concreción que sólo se modifica en los escasos ejemplares que fueron protegidos por las fisuras del travertino y que, recientemente han quedado expuestas. De cualquier forma, pese alas notables alteraciones del terreno, motivadas por la proximidad de la carretera y por el laboreo agrícola, todavía podemos intuir el emplazamiento del yacimiento sobre la caída suavemente aterrazada de la mesa travertínica, ajustándose a la curva de los 100 metros sobre el nivel del mar, constituyendo un asentamiento de pequeño tamaño, ya que no supera las dos hectáreas de superficie.



Una vez comprobada la existencia de indicios de metalurgia de cobre en el perímetro del asentamiento, procedimos a efectuar una prospección superficial intensiva con objeto de determinar en la medida de lo posible la importancia de los trabajos metalúrgicos y su ámbito de distribución en el yacimiento. Muy pronto pudimos comprobar que la acción combinada de los agentes erosivos naturales y antrópicos habían arrasado los sedimentos arqueológicos, por lo que los trabajos se convirtieron prácticamente en un salvamento de urgencia de los escasos restos que aún podían observarse en el terreno. A continuación haremos una sucinta exposición de los resultados obtenidos durante la campaña de prospecciones.



LOS RESTOS MATERIALES



Desde el punto de vista de la arqueometalurgía prehistórica los datos, aunque escasos, resultan muy significativos, pudiendo observarse en superficie dos gotas residuo del proceso de fundición y un elemento metálico subrectangular, bastante espeso, con 10 gramos de peso y que muy bien puede interpretarse como un pequeño lingote, ante la complicada tarea de adscribirlo a uno u otro tipo de elementos metálicos funcionales de los hasta ahora son conocidos, aunque no puede descartarse su pertenencia a algún tipo de pieza, que desde luego, estaría muy fragmentada o deformada.



OBJ.          REFERENCIA.   PESO              METAL    DIMENSIÓN      CONSERV.

Gota                C.P.-1            2 Grs.               Cu            0.8 x 0.6 x 0,4          Buena

Gota                C.P.-2           17 Grs.             Cu            0.9 x 0.8 x 0,6          Buena

Lingote(frag.)C.P.-3            10 Grs.              Cu            2.4 x 1.5 x 0,6         Mala



Número de objetos metálicos            3          Peso total 13,7 Grs.

Número de restos minerales               0          Peso  total  0    Grs.



En lo que se refiere a la industria lítica, se han recuperado un número elevado de restos, hasta completar los 357 grs., de ellos, la mayor parte son desechos de talla o restos nucleares o nodulares agotados y muy fragmentarios. Domina el sílex gris, patinado con una fina película blanca. De forma residual aparecen sílex marrones y negros con pátinas rojizas por oxidación que resultan también de gran calidad. Esporádícamente se han reconocido diversas lascas nucleares en cuarcita roja de gran consistencia En todos los casos la concreción es escasa y el rodamiento casi nulo. En lo referente a los útiles, destaca la industria laminar, con retoques de uso en los costados que figuran de manera bastante irregular, pudiendo completarse con muescas retocadas, truncaduras o escotaduras en extremo de las hojas y frentes de raspador clásico en las áreas distales de las hojas de mayor tamaño. Básicamente el conjunto responde a lo observado también en otros yacimientos de la zona en los que también se observa el empleo ocasional de lascas de cuarcitas, sin duda para tareas bastante específicas (El Castillejo, Almogía; Los Peñones, Colmenar) (Rodríguez y otros, 1994).



En rocas con buenas condiciones de abrasividad o susceptibles de ser sometidas a procesos de pulimentado, hemos recuperado un amplio conjunto de piezas trabajadas, tanto para alisar como para abrasionar superficies líticas o pieles (adobadores), los alisadores se ejecutan sobre filitas y calizas alabeadas bien trabajadas, normalmente con morfología oblonga. Los adobadores son de dolerita y de morfología subcircular. Entre lo que son herramientas propiamente dichas destaca un filo de azuela monobiselada y dos hachas martillo con evidentes señales de percusión. En todos los casos se realizaron en diabasas de grano fino y verdoso, de gran dureza originarias del Bético-maláguide. No es descabellado atribuir a algunas de estas piezas cierta relación con trabajos terciaríos dentro del proceso metalúrgico, tanto por su morfología y forma de utilización como por la presencia de piezas similares en todos los yacimientos con laboreo del cobre bien documentado, Los Peñones de Colmenar (Baldomero y otros, 1990), Cerro de la Peluca (Málaga) (Ferrer y otros, 1987), El Castillejo de Almogía (Rodríguez y otros, 1993) y la Peña de Los Enamorados de Antequera (Suárez y otros, 1991).








Como ya es tradicional en los yacimientos de este momento, la cerámica es el hallazgo más frecuente, las fuertes remociones y el potencial abrasivo de la erosión de ladera acarrea la presencia de unos restos muy fragmentados, rodados y seriamente afectados por las concreciones calcáreas motivadas por la química propia del suelo.



Pesas de telar: se encontró media pesa rectangular con una sola perforación en uno de los extremos. La elaboración es tosca, aunque fue cocida y la pasta se desgrasó con abundante calcita finamente triturada que afloró a la superficie una vez alisada. Existen abundantes restos de este tipo de pesas que M. Pellicer denominó de placa y que se encuentran con una gran frecuencia en los niveles calcolíticos de la Cueva de Nerja, tanto con una perforación en cada extremo como en nuestro ejemplar como con dos perforaciones (Jordá y otros, 1986).



Se detectaron dos fragmentos amorfos en cerámicas burdas, alisadas, soportando mamelones aplicados de base ovalada o subcircular y cúspides cónicas, con dimensiones medias para el encaje de los vasos en trípodes o elementos afines. Son los únicos elementos de sujeción recuperados.



Una parte importante de las piezas obtenidas está constituida por objetos que habitualmente se relacionan con el consumo de derivados por molturación de una producción cerealística que suponemos en rápida emergencia. En efecto, el grupo tipológico de platos y fuentes está bien representado. El inventario alcanza a cinco fragmentos que con ligeros matices formales responden a la clásica forma de labios salientes, engrosados por el interior y biselados en la faceta interna; ocasionalmente se marcan al interior, exterior o en ambas caras. Técnicamente dominan las superficies rojas o marrones, bien bruñidas en sus zonas internas, con superficies externas ligeramente descuidadas. Las cocciones son generalmente oxidantes y los desgrasantes muy frecuentes, de tamaño medio y con alternancia de sílices y calcitas más o menos molturadas. En uno de los casos aparece un lañado por barrenado en la zona superior del labio.



Curiosamente, uno de los grupos más frecuentes es en nuestro conjunto de los más extraños, se trata de un sólo ejemplar de olla de cuerpo globular, elemento de escaso tamaño (8 crn. de diámetro), bien bruñido con pasta depurada, compacta y fuego reductor con ligeros fogonazos. Tampoco son piezas muy abundantes los cacharros de paredes verticales, con representantes también de escasas dimensiones y factura dispar.



Sólo se conoce un único ejemplar de cazuelas semiesféricas de gran tamaño, presentando un tratamiento alisado y una pasta que muestra gruesos desgrasantes y factura descuidada.



Los cuencos semiesféricos, de casquete esférico y las escudillas constituyen el grupo más abundante del ajuar recuperado (10 fragmentos significativos). Sus tamaños oscilan desde las piezas muy reducidas hasta otras que podrían identificarse por tamaño y funcionalidad con platos de perfil sencillo. Presentan unifomiidad en cuanto al tratamiento, normalmente bruñido; en cuanto a las pastas son depuradas y compactas, con desgrasantes finos, preparados, abundantes y generalmente de naturaleza calcárea. En cambio, en lo que se refiere a las coloraciones de las superficies y a los fuegos de cocción, se observa gran variabilidad. En el primer caso, las tonalidades se reparten en la banda del gris al amarillo, con diversas gradaciones de marnones y rojos, En el segundo caso, los fuegos reductores y oxidantes, irregulares en muchos casos, se reparten al 50%.



Golletes: Un sólo caso, rojo, bruñido, oxidante, con desgrasante de calcita molturada fina y triturada que da una pasta compacta de gran calidad, su diámetro es de 10 cm. siendo su morfología cilíndrica y abriéndose en su base en lo que debe ser un cuerpo globuloso. Se han documentado numerosos paralelos para estas formas, sobre todo en Cerro García (Marqués, 1986), El Castillejo (Rodríguez y otros, 1993), Aratispi (Perdiguero, 1987), entre otros.



Gran interés por su valor cronológico y para las precisiones culturales es el hallazgo de cerámicas decoradas. En todos los casos (dos fragmentos amorfos), se identifican con piezas del estilo campaniforme marítimo clásico, a base de motivos impresos en bandas paralelas separadas por áreas de reserva libres de decoración. En un caso se ha conservado la impresión rellena de pasta blanca. Los fuegos son oxidantes, las superficies amarillas y bien bruñidas con desgrasantes finos y calizos, se trata por tanto de cerámicas bien elaboradas en relación a las demás, circunstancia que nos hace intuir un posible origen externo para estas piezas, opinión que ya ha sido frecuentemente vertida entorno a los campaniformes más antiguos aparecidos en los ambientes geográficos de directa influencia del área que aquí estudiamos. El tipo de pastas, el tratamiento de las superficies y las cocciones son semejantes a las descubiertas en otros poblados de similar cronología, este dato, convenientemente corroborado con las analíticas especificas podría fijar un origen alóctono de estas cerámicas, al menos para los momentos de su introducción.



El volumen total de material cerámico sin forma, fondos, galbos etc. se estima en 5,300 Kgr. de material.



MARCO ECONÓMICO



El potencial económico del asentamiento debe ser de gran interés. Por el momento sólo podemos intuir su importante acercamiento a los recursos pecuarios propiciados por la cercana presencia del piedemonte de la sierra, y la proximidad a la vega baja del Guadalhorce. La presencia de un caudal de agua constante tan cercana seguramente permitió un proceso de cultivos escalonado con un tránsito gradual del regadío al secano similar al que se observa en la actualidad, aunque, evidentemente de menor intensidad. Es interesante relacionar los estudios paleogeográficos que afectan a la desembocadura del rio (Aubet, 1986). Estos estudios, aunque realizados para momentos protohistóricos resultan comparativamente interesantes ya que fijan la desembocadura relativamente cerca de nuestro asentamiento, dato que redunda en la potencial explotación de recursos marinos, explotación que se comprueba en asentamientos coetáneos del interior (Los Peñones, Colmenar y El Castillejo, Almogía -en este último caso con evidencias estratigráficas-) con la recogida y consumo de coquina (Donax s.p.).



No obstante, el proyecto que posibilitó su estudio se centra en el análisis del potencial minerometalúrgico de la zona. Si bien los terrenos sobre los que se emplaza no son los apropiados como depósitos de minerales cupríferos, si están relativamente cerca de los metalotectos de los mantos maláguides, con los que se relaciona tanto por cercanía como por contacto visual directo.



Aunque importante para evaluar el uso potencial que de los recursos minero-metalúrgicos cercanos hizo el asentamiento, reduciremos aqui a un breve apunte el análisis mineralógico del metalotecto más cercano, el Bético de Málaga, pues éste se encuentra expuesto con suficiente amplitud en otras publicaciones (Fernández y otros, 1993 y en prensa; Rodríguez y otros, 1991, 1992 y en prensa; Rodríguez y Femández, en prensa).



La región de los Montes de Málaga, que coincide con lo que geológicamente Blumenthal definió como Bético de Málaga, es una zona montañosa situada en la proximidad inmediata de la costa mediterránea y entre los ríos Guadalhorce y Vélez, centrada entorno a la ciudad de Málaga, y que estructuralmente forma parte de las zonas internas de las Cordilleras Béticas, en concreto del Complejo Maláguide, que aunque se localiza en otros ámbitos geográficos (Vélez-Rubio, Almeria; Huétor- Santillán, Granada) adquiere aquí su máximo desarrollo.



Existen dentro del Complejo Maláguide multitud de indicios correspondientes a metalizaciones de cobre con paragénesis de calcopirita, malaquita y azurita principalmente, de carácter filoniano y diseminado, en general de escasa potencia y extensión pero que afloran con cierta persistencia a lo largo de los terrenos pertenecientes a esta unidad y que en algunas zonas puntuales pueden alcanzar el rango de yacimientos. Sobre ellos se realizó en época prehistórica una labor extractiva de pequeño rango pero suficiente para cubrir las necesidades locales que tenemos atestiguada a través de diversas explotaciones mineras.



El papel concreto que jugó este asentamiento dentro del patrón económico que podemos diseñar en función de la actividad metalúrgica está aún por dilucidar. No obstante, por su situación, podríamos considerar que, a pesar de no haber encontrado eu la prospección restos minerales en bruto o parcialmente reducidos en el perímetro del asentamiento, las actividades metalúrgicas se abordaron desde estrategias de explotación directa del medio, y no mediante mecanismos de suministro indirecto, más propios de zonas deficitarias en estos recursos. Del análisis de la relación posible, a través de vías de comunicación naturales, entre este poblado y los diversos afloramientos minerales y minas documentados en su cercanía se desprende, como posibilidad que habrá que contrastar mediante análisis de isótopos de plomo, la misma conclusión. Efectivamente, el Cerro de la Cueva de la Pistola domina el tramo inferior del Guadalhorce en el punto en que a éste vierte sus aguas su tributario el Arroyo del Valle, constituyendo una vía de penetración rápida y cómoda hacia los afloramientos mencionados. Sin embargo, no se observa una decidida influencia de este recurso a la hora de elegir la ubicación del asentamiento, más volcado hacia el aprovechamiento de recurso agropecuarios, quizá porque sus limitadas necesidades permitían un abastecimiento no continuado.



Relacionados con este sistema de explotación disponemos de dos yacimientos que combinan en su perímetro la presencia de un asentamiento y un punto de explotación minero dedicado ala extracción de carbonatos para su posterior reducción. Se trata de los establecimientos del Cerro de La Peluca y de la Colina de los Asperones. En ambos casos, el poblamiento se vincula a los limites entre las tierras bajas de la vega y las estribaciones maláguides, Esta circunstancia les ha facilitado el acceso, presumiblemente fortuito a fuentes para la extracción de mineral de gran interés.



El Cerro de La Peluca está sobradamente estudiado, comprendiendo un asentamiento que culturalmente abarca las fases iniciales y medias de la edad del Bronce, con un complejo sistema de necrópolis en cistas que circunda su área de directa explotación económica (lo que también afecta a los puntos de extracción minera).



Las características de la mineralización se definen por un ambiente de areniscas del permotrias con intrusiones de cuarzo sedimentario y morfología de impregnación, siendo las paragénesis del cuarzo presentes malaquita, azurita y terrorita de una ley alta. Es destacable la facilidad de acceso a la mena, dada la naturaleza del soporte encajante (Rodríguez y otros, 1994).



La extracción de mineral responde a un procedimiento que podemos considerar como antiguo. No poseemos trazas de utilización de procedimientos barrenados de elaboración. Los trabajos se iniciaron con un corte frontal siguiendo los avenamientos cuarzosos a los que se liga la mineralización que recorren las fisuras de la arenisca encajante.



La distancia entre este posible punto de aprovisionamiento y el Cerro de la Cueva de La Pistola es de 8 Km. en linea recta, con franco contacto visual y el único impedimento de localizar un punto en el que el Guadalhorce sea cómodamente vadeable.



Colina de Los Asperones. Más proximidad física y, presumiblemente cronocultural debió existir respecto al asentamiento y zona minera de Los Asperones.



En no pocas ocasiones este yacimiento aparece identificado como cueva, pero la realidad es que se trata de un asentamiento al aire libre, emplazado sobre una pequeña

elevación del terreno rematada por una corona calcárea carente de actividad kárstica. Su ubicación responde a una estrategia clara de control de recursos agropecuarios, en el limite justo entre los depósitos aluviales horizontales y las últimas estribaciones de los montes. A esto hay que añadir la presencia en las cercanías de potentes mineralizaciones que incluyen baritina y cobre (en forma de carbonatos, concretamente malaquita). La baritina fue objeto de explotación intensiva en la zona durante las dos primeras décadas de este siglo, lo que ha contribuido también a enmascarar la morfología del poblado. En el poblado se encuentran restos de platos de labio engrosado por ambas caras o una de ellas, hachas y azuelas, sílex y algunos restos de malaquita en bruto.



En vista de que el punto exacto de ubicación del asentamiento se sitúa sobre las formaciones carbonatadas que coronan el Maláguide y no constituyen metalotecto idó-

neo, podemos pensar que fueron transportados de forma intencional desde alguno de los muchos afloramientos que se sitúan entorno al hábitat calcolítico en un radio inferior a un kilómetro.



La distancia entre este poblado y el que en este texto nos interesa se reduce ahora a los 5 Km. lineales que, en este caso, también son reales ya que sólo les separa la zona de vega carente de relieves, circunstancia que también contribuye a la existencia de un contacto visual directo. Este asentamiento se encuentra mucho más emparentado con el Cerro de la Cueva de la Pistola, tanto en dimensiones como en cultura material y patrón de asentamiento. Todo ello hace factible la existencia de una relación entre ambos que, de forma preliminar, parece innegable.



INTERPRETACIONES CULTURALES



El horizonte que se define por la presencia de cerámicas campaniformes que, en primera instancia pertenecerán al estilo decorativo que se viene definiendo como «marítimo››, responde a los estímulos e influjos que discurren en sentido noroeste-sureste, circulando por las vías que facilita la red hidrográfica del Guadalquivir, hasta alcanzar las tierras orientales del Mediodía Andaluz, Este fenómeno inicialmente centrado en el ámbito de la desembocadura del Tajo no seria anterior al 2.000 BC., debiendo ser la cronología de estos materiales en el ámbito malagueño algo más baja, aunque tampoco pensamos que mucho más en vista de las cronologías absolutas obtenidas en yacimientos de áreas circundantes (Arribas y otros, 1 986).



Las primeras campañas de nuestro proyecto de investigación demostraron que muy probablemente existió en el «hinterland›› malagueño una relación entre la adopción de estos tipos cerámicos y la generalización del uso de técnicas metalúrgicas en el seno de los propios asentamientos que, lógicamente, se encuentran muy cerca o a distancia relativamente accesible de los metalotectos que sirven de base a esta actividad (Femández y otros, 1991 Suárez y otros, 1991; Rodríguez y otros, 1994).



Todo indica, ante la información que aquí damos a conocer que el proceso documentado en el interior también reproduce esquemas de desarrollo similares en las zonas donde la franja litoral se ensancha, sea de forma natural o forzada por la presencia de algún colector importante (Guadalhorce~Hoya de Málaga). En lo sucesivo será necesario revisar determinadas zonas como la cuenca baja del Guadalhorce que, quizás debido a la proximidad de la capital provincial se han prospectado de una forma muy dirigida y ocasionalmente dejando grandes espacios físicos y culturales.



De cualquiera de las maneras, sólo estaremos en disposición de acercamos a la realidad de este poblamiento a medida que estos datos recogidos en prospecciones superficiales, en su mayor parte, se vean contrastadas con series estratigráficas obtenidas mediante excavaciones sistemáticas realizadas con la precisión necesaria. Por el momento, sólo disponemos de sondeos puntuales en yacimientos muy determinados (Castillejo de Almogía) (Rodríguez, 1994). Sus resultados, aunque importantes por su condición de primeros, aún esperan la contrastación que les otorgue plena validez en relación a estratigrafías de ambientes y momentos cronológicos y culturales similares.





BIBLIOGRAFÍA



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