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lunes, 11 de enero de 2016

“Taralpe Alto (Alhaurín de la Torre, Málaga): Un nuevo asentamiento de inicios de la edad del hierro en el entorno de la cuenca baja del río Guadalhorce”.


Taralpe Alto (Alhaurín de la Torre, Málaga): Un nuevo asentamiento de inicios de la edad del hierro en el entorno de la cuenca baja del río Guadalhorce”. En Diez Años de Arqueología Fenicia en la provincia de Málaga (2001-2010). Pag: 193-206 Edita Agencia Andaluza de Instituciones Culturales. Consejera de Cultura y deporte. Sevilla. 2012. ISBN: 978-84-9959-120-9.
 

 Autores:

José A. Santamaría García
José Suárez Padilla
Joan Ramon Torres


Resumen

Una reciente actividad arqueológica de urgencia ha permitido conocer parte del fondo de una estructura parcialmente excavada en el terreno natural, posible cabaña, con abundante material arqueológico de tradición indígena y cerámicas fenicias fechables en las últimas décadas del siglo VIII a.C. Se convierte en uno de los vestigios mejor conocidos de estas características de la cuenca del bajo Guadalhorce, coetáneo a la presencia de las vecinas colonias fenicias de La Rebanadilla y Cerro del Villar. 

Palabras clave: poblamiento indígena, Edad del Hierro, siglo VIII a.C., impacto fenicio, Guadalhorce.

TARALPE ALTO (ALHAURÍN DE LA TORRE, MÁLAGA). A NEW SETTLEMENT OF EARLY IRON AGE IN THE RIVER GUADALHORCE LOWER BASIN.
Abstract

A recent archaeological rescue activity has allowed us to find a portion of a partially underground structure, maybe a hut, with plenty of archaeological material, both traditionally indigenous and Phoenician pottery. Dateable in the last decades of the eighth century B.C., it turns out to be one of the best known examples of this kind of sites in the lower Guadalhorce basin, roughly contemporary with the nearby La Rebanadilla and Cerro del Villar Phoenician colonies.

Key words: indigenous settlement, Iron Age, 8th century B.C., Phoenician impact, Guadalhorce.

La provincia de Málaga se vio afectada durante los primeros meses del año 2010 por una pluviosidad extrema, que tuvo una especial incidencia en el término municipal de Alhaurín de la Torre. Esta circunstancia, unida al predominio en la comarca de un sustrato geológico consistente en margas terciarias, provocó notables corrimientos de terreno.

Uno de estos movimientos de tierras afectó al yacimiento romano de Taralpe Alto (1). En una visita promovida por el Ayuntamiento de la localidad, de cara a valorar posibles daños sobre el mismo, fue posible apreciar indicios de estratigrafía arqueológica en uno de los márgenes de la carretera A-404, que rodea a este enclave arqueológico. El material emergente en dicho perfil permitía plantear su adscripción protohistórica, circunstancia de gran interés, ya que, hasta el momento, no existía constancia de la presencia de un horizonte de ocupación tan antiguo en este lugar.

Se trataba pues de unos restos arqueológicos que corrían serio peligro de desaparición, por lo cual se imponía la realización de una intervención arqueológica de carácter urgente, cara a documentar la zona afectada y proceder a consolidar el sitio, para evitar futuros daños.

Contando con el apoyo económico del Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre y de la Fundación Social y Medioambiental “Las Canteras”, así como del permiso de la Dirección General de Carreteras, se propuso y obtuvo la pertinente autorización de la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en Málaga para proceder a acometer las tareas descritas con anterioridad.

1. EL ENTORNO GEOGRÁFICO Y TOPOGRÁFICO

Taralpe Alto se encuentra ubicado en una zona de sustrato arcilloso de margas pliocénicas, que conforman el piedemonte y las primeras estribaciones de la sierra de Mijas. Concretamente se encuentra en el paraje conocido de antiguo como Finca Peralta, en una zona utilizada para el cultivo del olivar hasta fechas recientes.

Se trata de un punto entre la sierra de Mijas y la sierra de Cártama, con control visual de su entorno inmediato, además de toda la cuenca del arroyo del Valle, afluente secundario del Guadalhorce. 

El asentamiento se localiza en la ladera de un suave promontorio, actualmente muy transformado paisajísticamente, en tierras con buen potencial agrícola, inmediatas a la vega del río. Junto a ello, el cercano piedemonte de la sierra de Mijas presenta buenas condiciones para la práctica de otras actividades económicas, como la caza o la ganadería (Ilus.1).







Ilus. 1. Ubicación geográfica de Taralpe Alto en el ámbito del
bajo Guadalhorce, con los yacimientos conocidos entre los siglos
IX-VII a.C. (elaborado a partir de Delgado, 2008: fig. 12)


No menos importante es su ubicación a poco más de 4 km lineales de la zona conocida como “Llano de la Plata”. La tradición histórica, encarnada en la figura de Alberto de Mersseman (1967), sitúa los inicios del aprovechamiento de estas riquezas metalúrgicas en época fenicia; sin embargo, hasta el momento no hay ninguna evidencia que corrobore esta hipótesis. Este potencial fue explotado en época contemporánea, de hecho hay un autentico núcleo minero en funcionamiento entre finales del siglo XIX y buena parte del siglo XX del que se conservan abundantes vestigios en el lugar. Se han podido contabilizar según los registros de concesiones mineras de la provincia de Málaga, más de 60 explotaciones, con extracción de plomo, hierro y en menor medida plata, zinc y cobre (2) en la zona.

En la sierra de Cártama, en la zona del relativamente cercano Cortijo del Almendral, también se tiene constancia de labores de minería, centrándose en este caso en la explotación de minerales de hierro, con continuidad hasta el propio siglo XX.

2. LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA

El sector investigado se localiza en el ámbito de servidumbre de la variante de Alhaurín de la Torre A-4043 (Ilus. 2). La primera actividad llevada a cabo consistió en la regularización y limpieza del perfil resultante del desplome acontecido en el talud de la carretera, en un espacio con unas dimensiones de 6 m de longitud y 1 m de profundidad. Tras esto, se procedió a excavar el primer sondeo previsto, una pequeña cata de 2 m2, denominada C.1, transversal e inmediatamente colindante al perfil de la carretera donde se habían localizado los restos arqueológicos.




Ilus. 2. Yacimiento de Taralpe Alto.
Localización topográfica en el trazado de la A-404



Una vez realizados estos trabajos, se pudo evidenciar que nos encontrábamos ante una fosa de ciertas dimensiones y con potencia de cerca de 1 m máximo de rellenos conservados, que se podía encuadrar en momentos protohistóricos. De forma consensuada con los técnicos de la Delegación Provincial de Cultura de Málaga, se estimó oportuno ampliar el área de investigación a dos nuevos sondeos, denominados C.2 y C.3, cuya finalidad consistiría únicamente en excavar los niveles superficiales y dejar a techo la secuencia arqueológica, identificando en planta los límites de la substrucción (Ilus. 3).

La estratigrafía documentada tanto en los sondeos como en la limpieza del perfil es muy homogénea. El nivel superficial, Unidad Estratigráfica –UE– 01, presenta escasa potencia de tierra vegetal suelta con algunos fragmentos de material rodado mezclado con elementos de acarreo moderno. Bajo él se localiza la UE 02, estrato muy compacto, arcilloso, de color amarillento, que no contiene inclusiones, y presenta un acusado buzamiento en sentido este. Cubre a la UE 03, nivel en el que se concentra la práctica mayoría de los restos arqueológicos muebles hallados. Su matriz es arcillosa, de color ceniciento/grisáceo, conteniendo abundantes restos cerámicos elaborados a mano y a torno, entre los que destaca la presencia de varias decenas de pesas, cilíndricas y bicónicas, una sencilla pulsera en bronce, un trozo de un objeto en hierro, posible hoja de cuchillo, así como un fragmento de escoria de producción de este metal (4), junto a fauna, terrestre y marina, así como algunos carbones. También aparecieron algunos pequeños restos de adobes. Se trata de un potente estrato, de unos 60 cm, resultante de un aporte intencionado con restos de desechos de actividades domésticas (Ilus. 4-5).


Ilus. 3. Planta de la fosa documentada en el yacimiento de Taralpe Alto


Ilus. 4 Vista general del área investigada. En primer término, el perfil de la fosa documentada. Yacimiento de Taralpe Alto


Ilus. 5. Detalle de concentración de material arqueológico tal y como se presenta en la UE 3 de la fosa excavada en Taralpe Alto. Se puede apreciar un grupo de pesas junto a diversos restos faunísticos

Este nivel de relleno se forma, al menos en su extremo más occidental, sobre un paquete arcilloso de color amarillento, con escasísimo material arqueológico –UE 06–, que cubre la base de una fosa de considerables dimensiones –UE 05–, con planta con tendencia ovalada, aproximadamente algo más de 6 m de eje mayor, y 4 m de eje menor, que presenta forma de “cubeta”, alcanzando su mayor profundidad en la zona central, cercana a 1 m. Esta excavación se realiza sobre las blandas margas pliocénicas que configuran el sustrato natural del terreno –UE 04– (Ilus. 6).


Ilus. 6. Sección de la fosa documentada en Taralpe Alto

3. LOS ELEMENTOS MUEBLES

Los materiales arqueológicos recuperados, como acabamos de comentar, se concentran en la potente UE 03. Su naturaleza es mayoritariamente cerámica. En cuanto a elementos vasculares, predomina la cerámica a mano, cuyas características generales son pastas de coloraciones no uniformes en una misma pieza, con predominio de tonos marrón anaranjado y marrón amarillento, siendo frecuentes los núcleos grisáceos, con cocciones medianas y desgrasantes abundantes de calcitas trituradas de color blanquecino. 

Sobre cuencos y vasos cerrados hay presencia esporádica de baños de almagra. En cuanto a tratamientos, predominan los alisados con distinto grado de refinamiento, en algunas ocasiones con acabados muy groseros.

Sólo en unos pocos cuencos pequeños se dan auténticos bruñidos. En cambio y siempre en vasos cerrados, aparecen con una frecuencia significativa los escobillados oblicuos en las caras externas, que se combinan a veces con bandas de impresiones. En otras ocasiones dichas impresiones aparecen en ausencia de los escobillados (Ilus. 7).




Ilus. 7. Selección de cerámicas elaboradas a mano procedentes de la UE 3 de la fosa excavada en Taralpe Alto

Entre el material a mano, componen las formas abiertas los pequeños cuencos de carena media-alta, pero son mucho más numerosos los cuencos de borde redondeado o apuntado de perfil convexo, con tamaños y profundidad variable, a veces muy grandes, de hasta 50 cm de diámetro, a veces con bordes engrosados.

Las formas cerradas a mano son mayoritariamente vasos de perfil en “S”, si bien su morfología de detalle denota una cierta variedad de tipos precisos. Aunque existen excepciones en los grandes vasos, en general sus bordes presentan un desarrollo corto y su inclinación es variable, con grados bastante distintos de proporción entre el diámetro máximo y el diámetro de boca, siendo más bien suaves los puntos de inflexión, sin carenas ni aristas realmente acusadas. Los fondos son planos, a veces remarcados al exterior y en otros casos indistinguibles de la trayectoria inferior del perfil. Minoritariamente se documentan asas exentas de perfil curvo, que se desarrollan a partir del labio.
En la cerámica a torno (Ilus. 8), se registra un predominio de tonos como marrón anaranjado oscuro, a veces uniforme o combinado con núcleos grises. Los desgrasantes incluyen pizarras, esquistos, cuarzo y puntos de cal.




Ilus. 8. Selección de cerámicas elaboradas a torno procedentes de la UE 3 de la fosa excavada en Taralpe Alto

En cuanto a formas, entre las producciones tratadas con engobe rojo, cabe resaltar la existencia de platos de borde estrecho. En un caso medible, encontramos una anchura de labio de 2,51 cm, con un diámetro total de 29 cm, lo que da un cociente de 11,6 y un tanto oblicuo.

Sin embargo por su número tanto absoluto como relativo, llama la atención la presencia de cuencos de perfil convexo, en unos casos más abiertos y bajos y en otros, más altos y cerrados. Estas piezas muestran en el detalle algunas variables en cuanto a bordes: biselados por el interior, con una inflexión acusada hacia adentro, mientras que algunos son simplemente redondeados y otros levemente engrosados.

También observamos variables en cuanto trayectorias concretas de su parte alta o en la mayor o menor altura relativa de los vasos. Presentan normalmente engobe rojo en el fondo interno y por el exterior una franja de poca anchura en la zona inmediata bajo el borde.

Se documenta también un cuenco carenado, o tal vez un thymiaterion, de borde triangular fino y muy exvasado, pintura roja en el exterior de carena a borde y todo el fondo interno. Carena en posición media o media-baja.

Igualmente, señalar un vaso o cuenco, con asas de empalme horizontal, con engobe rojo espeso y de buena calidad. No puede precisarse su forma ya que el fragmento conservado se reduce a una de las asas.

Por otra parte, existen diversos pithoi muy fragmentarios, con borde triangular muy exvasado y cuello cónico ensanchándose en la parte alta. Presentan asas de sección geminada y decoración con engobe rojo en unos casos y pintura del mismo color en otros. Los fondos son rehundidos, no diferenciados por fuera.

La cerámica sin tratamiento se compone de ánforas T-10111 de bordes altos finos y sin escalón en la base externa. También detectamos jarras globulares de cuello cilíndrico, con un individuo de borde poco exvasado y cara superior convexa. Se documentaron algunos dipper jug, con cuerpos de carena en posición baja, muy fragmentarios. Igualmente hay que señalar una olla de cuerpo ovoidal, boca proporcionalmente muy ancha, borde alto, rectilíneo y oblicuo exvasado, separado de la parte superior del cuerpo por un escalón, de tipo un tanto peculiar. Mencionar también las lucernas, de un solo mechero, fondo convexo y borde muy estrecho. Cabe finalmente citar un soporte, muy incompleto, de perfil cónico.

En cuanto a elementos cerámicos no vasculares destaca un conjunto de varias decenas de pesas de cerámica a mano. Se dividen en dos grandes grupos morfológicos, el primero, ampliamente dominante, definido por una forma aproximadamente bicónica, con diámetros máximos sobre los 6 cm, y un segundo grupo cilíndrico (Ilus. 9).

Cabe reseñar también el hallazgo de una sencilla pulsera de bronce (Ilus. 9, nº. 1163) y un trozo de un objeto de hierro, que pudiera ser un posible cuchillo. También señalar la presencia de distintos taxones de fauna e ictiofauna, aún por estudiar, aunque destacan porcentualmente los restos malacológicos. No menos importante en el contexto citado es el hallazgo de una escoria férrica, como ya avanzábamos.


Ilus. 9. Selección de pesas cerámicas y pulsera metálica procedentes de la UE 3 de la fosa excavada en Taralpe Alto

4. CONCLUSIONES PROVISIONALES

Habida cuenta que los datos se hallan aún en curso de estudio no procede ahora sino apuntar una serie de consideraciones hasta cierto punto preliminares. Dicho carácter provisional viene acentuado por el hecho de tratarse de una unidad excavada sólo de modo muy parcial.

En primer lugar, parece probable que la subestructura excavada en el suelo geológico fuera un fondo de cabaña de planta suboval, con paralelos en la propia bahía de Málaga, como en la excavación de las calles Tiro-Zamorano, en el poblado de San Pablo (Melero, 2009-10: 2431), así como en la comarca rondeña, en Acinipo (Carrilero, 2000: 205). Este dato, junto con la evidencia de materiales dispersos en el entorno de la estructura excavada, permite plantear que en Taralpe debió existir un poblado de cierta extensión, adaptado a la suave ladera que se dispone sobre el vecino arroyo.

En cuanto a la cronología, cabe destacar la ausencia significativa entre las cerámicas a mano de formas como los cuencos de carena alta y borde engrosado, típicos de contextos anteriores a c. 750 a.C., o la ausencia de esgrafiados y en contrapartida la presencia abundante de motivos digitados. Paralelamente, entre las cerámicas a torno destaca la presencia de platos claramente integrados en el horizonte M2 (Ramon, 2010: 219), igual que las ánforas T-10111, e incluso las lucernas sin engobe de una sola mecha y apariencia muy antigua, entre otros detalles. Todo ello aconseja una fechación entorno al último tercio o cuarto del siglo VIII a.C. De otro lado, su presencia puede poner de manifiesto importantes contactos comerciales con el asentamiento fenicio del Cerro del Villar a cuyos talleres presumiblemente pertenece al menos una parte importante de la cerámica a torno hallada en el fondo de la fosa.

Por otra parte, la adscripción cultural del yacimiento es claramente indígena, al tratarse de una estructura semisubterránea típica, presumiblemente un fondo de cabaña de los ámbitos autóctonos, junto con una presencia mayoritaria de cerámica a mano. Se ubica en un territorio cuya personalidad hoy por hoy conviene separar del mundo propiamente tartésico, ya que entre otros matices se caracteriza en cuanto a las tradiciones cerámicas por la ausencia de bruñidos cuidados y de calidad en la cerámica a mano, así como de decoraciones realizadas con esta misma técnica componiendo característicos motivos geométricos, característicos de la zona bajoandaluza. A ello habría que sumar la, al menos aparente, ausencia de las características estelas decoradas en la región, que no sobrepasan las áreas de influencia del Guadalquivir.

Futuros trabajos permitirán ahondar en el alcance real, en sentido político y territorial, de estos indicadores arqueográficos. En cuanto a actividades económicas, no puede obviarse el pastoreo, la pesca, quizás fluvial, y sin duda la agricultura. Queda por saber si las pesas corresponden a telares o a redes. Por otra parte no puede obviarse la riqueza minera de la zona, que debió ejercer un fuerte atractivo para el mundo colonial implantado en la desembocadura del Guadalhorce.

Con respecto a la articulación del poblamiento en el entorno de la cuenca baja del Guadalhorce en momentos coetáneos a Taralpe, aunque la información a día de hoy sigue siendo muy escasa, empezamos a vislumbrar algunos aspectos de interés. Lo primero que habría que indicar es la tradición en la comarca de un poblamiento autóctono ininterrumpido a lo largo del segundo milenio a.C., ejemplificado en el asentamiento del Llano de la Virgen, de Coín (Fernández Ruiz, Ferrer y Marqués, 1989-90).

Es ya a partir de los siglos iniciales del primer milenio cuando se empiezan a observar cambios en el modelo de organización del territorio, aunque el registro arqueológico sigue siendo limitado, lo que nos obliga a recurrir a yacimientos situados algo lejos de nuestra zona de estudio para aproximarnos al fenómeno.

Por un lado, se conoce la continuidad de asentamientos situados en promontorios con buena visibilidad, con origen al menos en el segundo milenio, como Acinipo y Ronda (Carrilero, 2000: 205), Peña de los Enamorados (Moreno Aragüez y Ramos Muñoz, 1982-1983) o Capellanía (Martín Córdoba, 1993- 94), así como se constata la presencia de nuevas aldeas localizadas en llano en sitios como la cuenca media del Guadalhorce, caso de la Hoz de Peñarrubia o Pico de Vado Real (García Alfonso, 2007: 200).

Coetáneamente a estos centros surgen nuevos poblados en la bahía de Málaga y su periferia con clara vocación litoral, como San Pablo (Melero García, 2004: 2431), situado en una suave colina localizada en la margen derecha del río Guadalmedina (5), y el Cerro de la Era, pequeño promontorio con dominio costero,localizado en el piedemonte de la sierra de Mijas (Cisneros García y Suárez Padilla, 1999). Estos últimos sitios se caracterizan por presentar visibilidad limitada y escasas posibilidades defensivas.

Ante este limitado conocimiento del poblamiento a inicios del primer milenio en la región, la información disponible se va ampliando para inicios del siglo VIII a.C. El elemento realmente condicionante de estas transformaciones viene supuesto por la presencia colonial fenicia en la propia desembocadura del río Guadalhorce, conocida gracias al reciente hallazgo del poblado de La Rebanadilla (Arancibia et al., 2011). Este asentamiento urbanizado, situado en tierra firme, aparece como precedente inmediato del Cerro del Villar, cuyo origen no sobrepasa las últimas décadas del siglo VIII a.C. (Aubet, 1999) y con el que tuvo que estar directamente relacionado (6).

La presencia de materiales cerámicos elaborados a mano en la propia Rebanadilla indicaría las tempranas relaciones establecidas entre los fenicios y las comunidades autóctonas, que se consolidarían hasta el punto de propiciar la presencia directa de indígenas instalados en el propio Cerro del Villar (Delgado, 2008: 73), donde se ha podido constatar que, entre otras actividades, se dedicarían a la metalurgia.

A partir del siglo VIII a.C. se observa una intensificación del poblamiento indígena en la cuenca baja del Guadalhorce. A esta fecha corresponderían los restos de cabañas detectados en la falda noroeste del promontorio de Cártama. Este asentamiento, que presenta buen control visual sobre el Guadalhorce, debió ser accesible por vía fluvial, como se ha propuesto para este mismo sitio en época romana. Es destacable también su secuencia ininterrumpida a partir de estas fechas, constituyéndose en un oppidum ibérico que alcanza la época romana como principal asentamiento en el territorio7. A este poblado de altura debemos sumar previsiblemente otros con características topográficas semejantes, como el Cerro de las Torres en Álora y el Cerro del Aljibe en Coín (García Alfonso, 2007: 143 y 140) que se consolidarán ambos en época ibérica como auténticos oppida.

Junto a estos asentamientos nucleares existen otros de patrón diferenciado, menor visibilidad y posibilidades defensivas, que se ubican en las mejores tierras productivas de la comarca. Unos, como San Pablo (Fernández Rodríguez et al, 1997) y la Era de Benalmádena (Suárez y Cisneros, 1999: 105) continúan poblados durante este siglo y surgen otros especialmente a partir del siglo VII aC, como Loma de Fahala (Recio, Ramos y Martín Córdoba, 1993).

En este proceso de desarrollo del poblamiento indígena en lugares en llano, a partir del siglo VIII a.C. debe incluirse el poblado de Taralpe Alto. Hay que destacar el potencial de la investigación de este yacimiento cara a profundizar en la naturaleza de las transformaciones acontecidas en el Hinterland indígena a partir de la presencia directa de los colonos fenicios en la propia desembocadura del río Guadalhorce.



Bibliografía

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Notas:

(1)Las diversas intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en el yacimiento de Peralta han puesto al descubierto la zona domestica de una villa romana, con restos musivarios, junto a una zona de necrópolis de época clásica tardía.
(2) M.E. Aubet (1999: 44) recoge la noticia de la existencia de explotaciones de plomo argentífero de época contemporánea en las proximidades de Alhaurín de la Torre y a unos 12 km del Cerro del Villar, poniéndolas en relación con los posibles recursos abióticos del entorno que se pudieron explotar en la colonia.
(3) Las coordenadas UTM de un punto central de los restos aparecidos son X= 358.092 Y= 4058230, Plano Alhaurín de la Torre/Cártama. Hoja 1066, 4.1 del Mapa Topográfico E: 1/10000.
(4) La caracterización de la escoria ha sido llevada a cabo por M. Renzi (CSIC), estando pendiente su estudio definitivo.
(5) Vid. artículo en este mismo volumen (A. Arancibia Román y L.-E. Fernández Rodríguez).
(6) Vid. artículo en este mismo volumen (V. M. Sánchez Sánchez-Moreno, L. Galindo San José, M. Juzgado Navarro y M. Dumas Peñuelas).
(7) Vid. artículo en este mismo volumen (F. Melero García).